Lunes, 04 Julio 2022 08:03

El cuento de una estudiante de Los Cardales fue publicado en una antología sudamericana

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Sofía Moreiro participó con el relato "Todas juntas" del concurso literario "La educación media por una cultura sin violencia hacia las mujeres" organizado por el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR.

La estudiante secundaria Sofía Moreiro de Los Cardales participó con su relato "Todas juntas" de concurso literario "La educación media por una cultura sin violencia hacia las mujeres" organizado por el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR. Hoy, su cuento forma parte de una antología a nivel sudamericano.

"Me gusta escribir y un día me surgieron las ganas de averiguar en internet si había alguna posibilidad de participar en un concurso para seguir desarrollándome. Y de todas las páginas que visité, este concurso fue el que más me llamó la atención para conocer más sobre los derechos de la mujer", le contó la alumna de 5º Sociales del Colegio Hölters Natur a La Auténtica Defensa.

El certamen se organizó en 2021 y estuvo dirigido a estudiantes de 14 a 18 años de instituciones educativas públicas y privadas de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Su objetivo fue promover la creatividad a través de cuentos escritos que, a su vez, les permitan reflexionar y contribuir a sensibilizar, informar y difundir los derechos de las mujeres.

Sofía contó que a pesar de ser muy joven todavía "te das cuenta las diferencias que hay y que querés hacer algo para cambiarlo". Por eso, para el concurso ideó un microrrelato de ficción, pero inspirado en ciertos hechos que le hicieron sentir la desigualdades de género existentes en nuestra ciudad.

"Todas juntas" es una historia escrita en primera persona sobre el cambio abrupto que una joven estudiante debe afrontar al mudarse de ciudad e ingresar a una escuela técnica hegemonizada por varones. "Lo primero que hice fue hablar con mis amigas de cómo hablar con los chicos", cuenta en un tramo del relato el personaje, ansiosa por integrarse a pesar de las dificultades que incluso le presentaban sus docentes.

"En su momento viví una experiencia similar y siempre había alguien que te decía que esa educación era algo de hombres, que no te iba a ayudar", recuerda Sofía, cuyo texto fue uno de los 30 seleccionados para la antología digital del concurso. "Cuando comencé a escribir, partía de una idea principal y directamente empezaba a desarrollar. Ahora intento pensar bien el problema, porque todo se basa en eso, se me hace más fácil pensarlo todo y después escribirlo. Y una vez que lo voy plasmando, ya tiene como una primera edición: voy sacando partes o si tengo que cambiar algo, lo cambio", añadió sobre su proceso de escritura.

La joven de Los Cardales quiere continuar potenciando su literatura: piensa en anotarse en un taller que le brinde "más herramientas". Mientras, se ilusiona con estudiar la carrera de Psicología y a futuro convertirse en escritora de novelas. Por lo pronto, ya es una autora publicada.

 

Todas juntas

Por Sofía Moreiro

A los once años de edad mi familia y yo nos tuvimos que mudar a otra ciudad porque a mi padre le ofrecieron una propuesta de trabajo como administrador en una empresa metalúrgica. Esta propuesta incluía una mejor paga y una beca en una escuela técnica mixta.

Yo siempre fui a una escuela católica exclusiva para mujeres, lo opuesto a una técnica. Jamás interactué con un hombre que no fuera de mi familia, algún cura o Jesús, aunque después me distancié de la religión. Esa era mi preocupación, no saber interactuar con ellos, aunque habría mujeres también.

Lo primero que hice fue hablar con mis amigas de cómo hablar con los chicos.

-No hables de cosas de chicas como tejer, arreglarse el cabello- eso fue lo que me dijeron.

También hablé con mi madre:

-Hija, es fácil hablar con los chicos, solo tienes que seguir la regla de BCS, que significa Bonita, Callada y Sonriente- este último consejo no me pareció bueno, por lo tanto decidí no hablar de cosas de chicas, estar bonita y sonriente.

Luego de tres meses de incertidumbre, llegó el día de empezar la escuela técnica. Me preparé para ir linda con una vincha azul y con una sonrisa encantadora, el uniforme era una pollera por las rodillas, que en invierno eran infernales, un saco de vestir, una camisa blanca y una corbata, todo gris.

Al entrar veo que la escuela era completamente celeste, con escaleras de madera, veo que en la puerta estaba el director, un hombre alto, calvo que generaba miedo solo con mirarlo.

-Hola usted será la alumnita, Martínez, ¿verdad?

-Soy yo- respondí.

-¿Cómo se siente ser la única chiquilla en esta escuela? - dijo con un tono arrogante.

-¿No hay ninguna otra chica?- pregunté.

-No, no son lo suficientemente capaces de aguantar esta prestigiosa escuela- un sudor frío recorrió mi espalda mientas que me llenaba de rabia, no podía entender porque me estaba diciendo que una mujer no podría soportar algo porque soy mujer.

Así fueron todos mis compañeros hasta me encerraron en el baño de chicas que lo usaba yo sola, eran ruines conmigo, también los profesores, que eran machistas, me preguntaban si tenía problemas de aprendizaje porque como soy mujer no podía entender. Una vez intenté explicarles porque las mujeres y los hombres merecían los mismos derechos, pero solo logré empeorar las cosas, ya nadie me hablaba, estaba sola y los profesores me desaprobaban. Todo siguió igual hasta que otras chicas empezaron a cursar conmigo, juntas nos apoyábamos entre nosotras, luego de una larga lucha explicando porque somos todos iguales, todas juntas logramos igualdad entre los hombres y las mujeres. Nos dimos cuenta que todas juntas éramos fuertes y podríamos lograr lo imposible, pero siempre tendríamos que estar unidas.

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